FOBICA

Entendiendo mi pasado para tener un futuro! _____________________________________________

Hace 1 semana que el ojo izquierdo me titila y nadie se da cuenta. Yo siento que el párpado se me mueve pero cuando pregunto nadie lo ve. Mis compañeros de trabajo dicen que puede ser presión ocular, que estoy muy estresada con esta campaña que terminamos hoy...
Tengo el ojo así desde el sábado, dejé la fobia de lado y acepté la invitación a cenar que me hizo el chico lindo. Para no ir sola y no sentirme incómoda invité a la nueva, que es un poco machona y grita malas palabras. Cuando vi como ella le tocaba la pierna por abajo de la mesa el ojo me empezó a molestar y me volví al hotel.

Plato típico

De todas mis relaciones la más me molesta y fobia me da es la que tengo con la comida.
Mi mamá es vegetariana y no sabe cocinar ni le interesa aprender. Mi abuela nos malcrió siempre preparando platos personalizados poniendo mucho cuidado en no tocar con el mismo tenedor de la carne las verduras y así. Mi abuelo come lo que venga, y lo que sobre, y todo lo que encuentre a mano.
Decir que no me gusta el queso, ni el jamón, ni la lechuga, el ajo y mucho menos el cerdo sería lo de menos. Yo vengo de una casa donde es normal que se preparen empanadas con distinto repulgue dependiendo del relleno. Las variantes para la empanada de carne pueden ser con aceitunas sin huevo, con aceitunas y con huevo, con pasas y de todo, solo de carne, y las infaltables son las empanadas de verdura o de humita.
Mi plato favorito son las milanesas, pero no fritas sino al horno y sin ajo. Tienen que ser finitas y estar medio quemaditas si es posible. El pescado es lo que más odio en el mundo, el olor ya me descompone, y si alguien está comiendo al lado mío tengo que cambiarme de lugar o irme lejos para no vomitar. Aún sabiendo que soy fóbica a lo desconocido, todos los que me rodean trataron alguna vez de hacerme probar el pescado, argumentando que el gusto no tiene nada que ver con como huele.
Podría enumerar más de cien situaciones incómodas que me sucedieron relacionadas con la comida, pero hoy no estoy de ánimo para recordar cosas feas.
No me gusta, nunca lo probé ni lo quiero probar le dije a mi ex jefe cuando cocinó pulpo a la gallega, pero se ve que no soné muy convincente porque terminé tragando ese tentáculo lleno de ventosas y pensando que se me iba a quedar adherido en el esófago mientras imaginaba la culpa que sentirían todos si yo terminaba en un hospital.
Ir a comer a un restaurante es una situación sumamente estresante para mí, jamás puedo pedir algo sin preguntar que es, o si tiene pescado, o si tiene ajo oqueso. El mozo siempre me mira raro o hace alguna mueca y el 99% de las veces me traen las pastas abajo de un colchón de parmesano que se puede oler a 3 cuadras a pesar de que le repetí dos veces "Sin queso por favor". He llegado a argumentar alergia al queso para sonar más dramática en mi pedido pero ni así conseguí comer fideos con salsa y nada más que salsa.
Cuando empecé a viajar por trabajo la situación empeoró. Todos mis compañeros son hombres, son gordos y hablan de comida durante la mayor parte del día. Para ellos comer es más importante que cualquier otra cuestión y cuando se enteraron que a mi no me gustaba nada les dí tema de conversación para rato. En cada almuerzo me hacían enumerar que me gustaba y padecía preguntas como, y el carré de cerdo? y la mayonesa? y el pan con ajo? y entonces que comes?
He tragado sin respirar para no despreciar y he argumentado enfermedades para no ir a cenas laborales en casas de clientes. De cada lugar del mundo en que estuve podría enumerar los platos típicos que me perdí de probar y me dan ganas de llorar de rabia y de vergüenza porque yo no lo hago por convicción sino por limitación.

Me compré un par de zapatillas blancas porque a mi nuevo compañero de trabajo, que es re lindo, le gusta salir a caminar los fines de semana y yo había traído solo zapatos de oficina.
Las zapatillas me encantan, son modernas, cancheras, carisimas pero cuando me las pongo me siento bajita, desarreglada, culona.
Hoy es viernes y vine con mis zapatillas nuevas y sentí que todos me miraban. Voy a esperar a que se vayan todos para irme, capaz es porque son blancas....

De Repeticiones

Después de 2 semanas sin internet en las cuales tuve demasiado tiempo para pensar retomo este capítulo. Trataré de ser breve pero aunque los hombres en mi vida fueron pocos, tengo mucho para decir...

No voy a caer en el lugar común de decir de tengo mala suerte con los hombres, ni podría decir que elijo mal porque yo tuve pocas opciones y muchas repeticiones.

Sólo dos cosas tienen en común mis ex, la primera es que a todos los conocí gracias a la música, por algún tema que sonaba, o hablando de alguna banda y la segunda y fundamental es que todos tienen una madre insoportable o una historia familiar complicada.

Si bien la música está siempre presente, afortunadamente sólo una vez salí con un músico. Andrés fue mi primer novio, fue cariñoso, romántico, de llegar siempre tarde y me bastó para conocer el rubro. Éramos chicos y la relación se podría resumir en largas tardes de darnos besos en la casa de él, temas dedicados para mí en los recitales, muchas cartas de amor y muchas diferencias. Fue el primero que me dejó, lo hizo por carta diciendo que todavía me amaba pero que la cosa no iba más.

Dos años me costo reponerme del corte, si bien yo sabía que la relación no daba para más, las rupturas me dejan en una depresión insoportable de la que me cuesta mucho salir.

Después de él, y después de hacerme rogar mucho, salí con alguien que tenía fama en el pueblo de ser un mujeriego irresistible. Yo por esos días tenía el autoestima mucho más alta, no era tan fóbica y pensé que podría resistirme a sus encantos...

Oscar era un hombre con todas las letras y me sedujo apenas lo ví. Era el personaje malo de la telenovela que hace llorar a la chica buena. Era el principe azul. Yo, viendo como venía la mano, jamás le dí mi teléfono, porque tenía miedo que no me llamara. Oscar fue mi relación free. Nos veíamos, estaba todo bien, no me llamaba por varias semanas, nos cruzabamos y nos ibamos juntos, él salía con otra, volvía conmigo, yo me hacía la que salía con otro pero en realidad estaba muy entregada a él. Era una relación en donde yo llevaba todas las de perder. En una de fiesta de fin de año del pueblo él llegó con otra y yo juré no volver a hablarle. Habían pasado 4 años y él seguía sin saber mi teléfono. Me fui de vacaciones en familia a brasil y conocí mi gran historia de amor.

Mi prima y yo estabamos hablando con unos argentinos en el boliche y llegó él, que había ido a buscar bebidas. Era tan lindo que yo pensé que era gay. Cuando le ví el tatuaje de Pearl Jam supe que ya teníamos algo en común. Me saco a bailar y yo que jamás bailo dije que si mientras me moría por darle unos besos. Cuando nos despedimos pensé que no lo volvería a ver pero él se las ingenió para volver a encontrarnos, sus amigos se hicieron amigos de mis primas y nosotros 6 meses despues ya de novios nos reíamos cuando recordabamos como nos conocimos ese verano.

Por supuesto que Pablo un día me dejó, me dejó esperándolo 6 horas en una terminal de bus, y con un mail que decía que me amaba pero que no era el momento de estar juntos. Yo lloré y después de un par de meses volví con Oscar por despecho y comodidad. Era obvio la cosa no iba para ningún lado pero igual nos pusimos de novios oficialmente insistiendo que si seguíamos juntos después de tantas cosas era por algún capricho del destino.

Cambié de trabajo y empecé a viajar y a Oscar lo perdí en el camino, volví de viaje y él había desaparecido.

A Pablo me costó horrores olvidarlo y a menudo pensaba en él hasta que conocí a Marcelo. Marcelo era distinto a todos los anteriores y fue mi único novio de carne y hueso. Fue el que más duró, y con el que perdí por completo el alma el día que nos separamos.

Marcelo a simple vista parecía más maduro que el resto de mis amigos y ex novios, trabajaba en la misma empresa que yo y era lindo. La música nos dió tema de charla, salimos a tomar algo y no nos pudimos separar más. Nos mudamos juntos enseguida, yo era feliz, él cocinaba y yo lavaba la ropa.
Los días con Marcelo fueron de paz, yo sentía que por primera vez mi vida estaba en equilbrio, tenía un hombre a mi lado que juraba no abandonarme, y en el trabajo me iba cada día mejor. No se que pasó pero una mañana después de dos años él me dijo, no se que me pasa, quiero un tiempo.

Apenas cortamos me fui de viaje para olvidarlo y para tratar de entender porque, nuevamente, un hombre me abandonó sin darme explicaciones...