Cuando te criaron con una familia en donde "el que dirán" importa más que lo que sentis es imposible enamorarte de un hombre casado. Mejor dicho, es posible enamorarte, pero imposible permitir que ese sentimiento vaya más allá de lo platónico.
Cuando él hablo de "dejarlo pendiente para otro día" se refería al sudoku, cuando yo le dije "lo dejamos pendiente para otra vida" me referia a esta historia de amor.
Nos hicimos compañeros, amigos, cómplices, inventamos códigos y llegamos a un nivel de intimidad que jamás habia tenido antes, pero no pude darle un beso, ni ir más allá de rozarnos sin querer.
Durante los momentos incómodos, silenciosos y cargados de tensión a él le empezaba a hacer ruidos la panza y a mi me brotaba una catarata de palabras que rompían inmediatamente el clima y que reforzaban esa muralla invisible que siempre nos separó.
Yo se que le gusto y estoy enamoradisima de sus ojos, pero ya me conozco el final de esta novela. Yo siempre pierdo la batalla contra otra mujer, a mi no me eligen. Mi mamá perdió cuando mi papá se casó con otra, y yo pierdo con todas, todas las veces.
Mañana viernes es mi último día acá. Hoy voy a ir a cenar con él, vamos a salir a festejar que terminamos nuestro trabajo, y seguramente nos quedemos hablando horas y horas de nada.
Mañana no voy a llorar porque no lo veo más, voy a llorar porque soy cobarde. Porque perdí una vez más, pero esta vez sin dar batalla.
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